CRÓNICA | Oficio y beneficio: Athletic Club Bilbao 0 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Se presentaba complicado el duelo que enfrentaba al Real Madrid con el Athletic en San Mamés, precedido de críticas al equipo blanco por su juego, por los arbitrajes, a Zidane por sus convocatorias, por sus alineaciones, por sus cambios tácticos, y por cualquier otra cosa que pueda aspirar a poner en entredicho, sin conseguirlo, los méritos que este entrenador y esta plantilla han ido acumulando desde el inicio de temporada. Y encima sin previa arbitral de Cubelas13 y sin la guía que siempre es la previa de @pepo2204. Mucho más difícil todo. Dado que el entrenador francés está muy por encima de sus críticos, volvió a sorprender a unos y otros, plantando en el césped un 4-3-3 muy suyo: alquimia entre veteranos y noveles, con Courtois, Carvajal, Militao, Ramos, Marcelo; Casemiro, Modric, Valverde; Rodrygo, Benzema y el debut en la titularidad de Marco Asensio.

Oía una emisora donde afirmaban que lo lógico era que jugaran los dos extremos a pierna cambiada, y Zidane, que afortunadamente no oye ese tipo de opiniones, optó por lo contrario. Y lo cierto es que el inicio del partido del equipo blanco fue muy sugerente, incluso trepidante. Durante los primeros veinte minutos, sacudió al Athletic con una presión adelantada y feroz, dificultando su salida de balón y recuperando una pelota tras otra. Valverde y Modric apoyaban a los de arriba en un ejercicio titánico y ambicioso, y la defensa se adelantaba, con Carvajal mordiendo, Marcelo centrado, y Militao convirtiéndose en un gigante a cada balón en largo del equipo bilbaíno.

En el minuto 4, una falta magistralmente lanzada por Asensio llegaba rechazada a Carvajal, que ponía un centro para Benzema, al que pilló mal colocado y remató flojo a las manos de Unai Simón. La tarde de Benzema fue aciaga en el área, y esto lo dice uno de sus incondicionales: salió bien a combinar, dejó algún detalle, trabajó en defensa cuando el equipo lo necesitó, pero, en la zona de peligro, estuvo bajo la sombra del Síndrome de Vini, eso que te hace elegir mal en cada toma de decisiones. A veces, entró antes de tiempo, a veces tarde, a veces controló en vez de rematar, a veces remató en vez de controlar. Hay que perdonarle porque una mala tarde la tiene cualquiera, como decía Chiquito de la Calzada, pero transmitió cierta sensación de cansancio que no es de extrañar, porque ha jugado todos los partidos de titular desde el reinicio.

Imagen: realmadrid.com

En el minuto 22, un centro de Asensio desde la izquierda, venenoso y malintencionado, se paseó botando por el área hasta que le llegó a Rodrygo, que remató de cabeza con poca convicción y menos acierto. Hasta entonces, solamente un remate, también de cabeza, de Raúl García había inquietado los alrededores del área madridista, bien rechazado por Courtois, en lo que fue el único remate local a puerta en todo el partido. Se había abierto el partido, el equipo merengue había bajado la presión y empezaba a repartir con el cuadro rojiblanco la posesión y las ocasiones. Aún así, se cruzaron dos variables decisivas: la primera, un auténtico partidazo atrás de Eder Militao, veloz, bien colocado siempre, hábil y contundente; la segunda, el compromiso defensivo de todo el equipo, representado en una salida al contraataque del cuadro vasco, iniciado con un dos contra dos y que, antes del último pase, ya contaba con seis jugadores de blanco cerrando líneas de pase y colocados a la perfección en los alrededores de su propia área.

Hablaremos de ello en otro lugar con más extensión, pero lo evidente es que Zidane ha conseguido comprometer a casi todos los jugadores en la idea de que ganar pasa por defender bien y aprovechar los detalles arriba. Sólo así se explica el ansia de Carvajal en cada presión tras pérdida, picoteando a los rivales la pelota, la confianza y la tranquilidad. O las recuperaciones de Marcelo ante los intentos de remate rivales, yendo al suelo a cubrir disparos casi letales. O el aplomo de Ramos jugando la pelota a un lado u otro, facilitando romper la presión rival. O la entrada de Militao, un casi debutante, en medio de una defensa con 4 Copas de Europa ganadas, con esa mirada de Wesley Snipes en un momento de pelea. Pero también incluye a Casemiro volviendo como un poseso a incrustarse entre los centrales, Valverde volando hacia el apoyo de Carvajal o Modric cavando pequeñas trampas donde casi siempre metían la pata los leones. Los tres de arriba empezaban el trabajo, y las posibilidades del Athletic iban muriéndose a cada metro que avanzaba, inexorablemente.

La última fase de la primera mitad fue más de lo mismo, el Athletic tratando de hacerse con el partido y el Madrid, sólido y paciente, analizando las grietas del sistema rival, y lanzando algún latigazo, como otro centro magnífico de Asensio, mal rematado por Benzema. El descanso llegó y fue para todo el mundo, incluida la audiencia, agotada después de tanto vaivén. Y en la segunda parte, como en anteriores partidos, el Madrid salió dispuesto a ir quebrando poco a poco la solidez del equipo del Bocho. Nuevamente fueron veinte minutos de asalto del Madrid, con remates de Modric, alguna mala decisión de Benzema, penetraciones de Rodrygo, una volea a las nubes de Asensio…

Imagen: realmadrid.com

En el minuto 69, un ataque del Madrid por banda izquierda contemplaba a Asensio dando un pase al interior del área, donde entraba Marcelo. Voy a ser sincero: confieso que, estando Marcelo más lento de lo que acostumbraba, y pareciéndome un mal pase, pensaba que el trompazo que se dio fue más por su propia torpeza que porque Dani Gómez hubiera hecho nada. Sin embargo, el árbitro hizo la señal de que iba a revisar la jugada en el monitor, mientras Marcelo juraba en arameo aparentemente por el dolor. La repetición dejó claro que el jugador bilbaíno le había propinado un pisotón, impidiéndole jugar la pelota, y que el penalti era como un camión. González González lo señaló y, repitiendo una vez más la historia, que empieza a ser Historia, Sergio Ramos marcó el gol que ponía por delante al Madrid.

El 0-1 abrió un partido algo diferente. Un Madrid replegado, cómodo en su solidez defensiva, y preparado para salir a por la yugular del rival al menor descuido. Quizá por eso Zidane decidió renovar a los estiletes de banda, entrando Lucas Vázquez y Vinicius por Rodrygo y Asensio. Quizá por eso dio entrada después a Kroos por Valverde, para que la catapulta más precisa de la plantilla lanzara a los proyectiles. El último cambio fue con el partido ya agonizando, y vimos entrar a Luka Jovic en lugar de un Benzema reventado. Y llegó el final, con 0-1 y tres puntos que valen su peso en oro. La enésima demostración de oficio del equipo blanco en esta fase de la Liga, obteniendo una es más el máximo beneficio.

A estas horas en que escribo, haga lo que haga el Barcelona esta noche en Villarreal, el Madrid iniciará el tramo final de la Liga con cuatro puntos de ventaja, más el gol-average, para mantenerla durante cuatro partidos. En el mejor de los casos, serían siete puntos, a falta de doce por disputarse. No diremos nada hasta que las matemáticas lo hagan seguro, pero esta Liga huele a leones y diosa griega, a carro y a chorros de agua. Huele a que está encontrando el camino a casa.

 

RESULTADO FINAL: ATHLETIC CLUB DE BILBAO, 0 – REAL MADRID, 1

 

GOLES:

0-1: 73′ Sergio Ramos (penalti)

 

REAL MADRID: Courtois; Carvajal, Militao, Ramos, Marcelo; Casemiro, Modric, Valverde (Kroos, min. 85); Rodrygo (Lucas Vázquez, min. 74), Benzema (Jovic, min. 93) y Asensio (Vinicius Junior, min. 74).

 

ÁRBITRO: González González (Comité Castellano-Leonés). Mostró tarjetas amarillas a Sergio Ramos (min. 91), Casemiro (min.93) y Carvajal (min.96).