OPINIÓN | Inyección de adrenalina

Un articulo de: @boticario_81

Como cada mañana, Claudia daba vueltas en la cama antes incluso de que sonara el despertador. Intentaba ordenar su mente y hacer una planificación de lo que le esperaba a lo largo del día. Estaba pasando una mala racha, pero había que seguir hacia delante. Las cosas en el trabajo se estaban complicando, la hipoteca no iba a desaparecer por arte de magia, los niños, a los que le costaba ver más de tres horas diarias, crecían a la vez que lo hacían sus necesidades… En fin, las preocupaciones de casi cualquier hijo de vecino y que no la dejaban conciliar el sueño, pero que a su vez, eran las que le hacían afrontar cada día con la mayor fuerza posible.

Se dirigió a la ducha antes de prepararlo todo para llevar a los niños al colegio. Aún le quedaba media hora para poder disfrutar tranquilamente de un café antes de que la locomotora se pusiera a tope de revoluciones. Mientras removía el azúcar, su marido entró en la cocina, le dio un beso y se marchó guiñándole un ojo de manera cómplice. Todavía andaba espesa y no supo descifrar aquel gesto. Dejó de darle importancia enseguida y disfrutó de su capuccino mientras le echaba un vistazo al móvil.

Y entonces una sonrisa se dibujó en su cara. Las preocupaciones del día a día no le habían dejado, hasta ese momento, acordarse de lo que llegaba aquella noche. Se levantó, conectó su teléfono a unos altavoces y dejó que la música sonara, dejando que aquellos acordes subieran su nivel de adrenalina: “Ce sont les meilleures équipes, Es sind die allerbesten Mannschaften, The main event… The Chaaaampions”.

Por fin, después de tantos meses, volvía la Champions, la Copa de Europa, como a ella le gustaba más llamarla. Solamente escuchar aquel himno le daba toda la energía necesaria para afrontar el resto del día, deseando que el reloj marcara las 20.45h (sí, todavía seguía pensando en esa hora como la hora de la Liga de Campeones) y sentarse delante de la tele para ver a su equipo, al rey de aquella competición. Y daba igual cómo llegara; daba igual que llevara un punto de seis posibles en liga; no importaba que hubiera perdido el liderato, que su estrella se hubiera vuelto a lesionar y que una nueva crisis planeara sobre la institución blanca. Como a ella le sucedía, cuando aquella sintonía reventaba la megafonía del Santiago Bernabéu, el equipo se transformaba y nada de lo ocurrido hasta entonces importaba. Era su torneo, su territorio, todos le miraban con respeto y admiración, como a aquella chica a la que todo el mundo quería conquistar.

Y como si de una metáfora se tratase, salió a la calle dispuesta a comerse el mundo, a afrontar todo lo que se le pusiera por delante como si nada fuera capaz de pararla; por mal que estuvieran las cosas, todos juntos saldrían de cualquier bache o de cualquier imprevisto que les hiciera tambalearse. Como el Real Madrid, se sentía la reina del baile, a la que todos miraban. Pulsó el botón del ascensor y mientras las puertas se cerraban no pudo evitar cantar lo más fuerte que pudo: “¡¡The Chaaaampioooons!!”.