CRÓNICA | Pólvora mojada, apreciaciones sesgadas y palos: Real Madrid 0 – 0 Athletic Club Bilbao

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Nos las prometíamos muy felices antes del último partido de este 2019, en casa, frente al Athletic de Bilbao, tras la buena imagen ofrecida en el Nou Camp cuatro días antes. Todo hacía presagiar un partido plácido, a pesar de la ausencia de Casemiro por acumulación de tarjetas, dentro del duelo que el Real Madrid está manteniendo por el liderato con el Barcelona en esta Liga. Para afrontar el encuentro, Zidane alineó a Courtois en la portería, e introdujo a Militao con Carvajal, Ramos y Mendy en defensa. En el centro del campo, Valverde, Kroos y Modric eran los encargados de fabricar el juego, mientras que arriba Benzema aparecía acompañado de los brasileños Rodrygo y Vinicius.

El partido no empezó, como en otras ocasiones, con un Madrid dominador y con llegada. La presión alta de otros partidos fue desactivada por el Athletic con una sencilla táctica: sacar el balón en largo. A  tomar por saco, que decía Zidane. La ausencia de Casemiro en el centro del campo suponía, además, que los centrales estaban obligados a subir para ganar los balones de cabeza, con lo que el partido se le hizo incómodo al equipo madridista desde el principio. Además de ello, el no poder contar con el medio centro brasileño obligaba a Valverde a estar muy pendiente de cerrar atrás y apoyar a los laterales, con lo que se resentía su poder ofensivo. En el minuto 5, una salida al contraataque del Madrid, tras un córner en contra, permitió comprobar que el árbitro no iba a ser en absoluto riguroso: Kroos salía conduciendo la pelota, y Dani García, imbuido por el espíritu navideño, le abrazaba sin pudor demostrándole su cariño, se colgaba de su cuello, y le paraba en falta con ello. Cordero Vega se limitó a señalar la infracción, demostrando ser un fiel seguidor de los mantras valdanistas que hacen referencia a que la misma falta en el minuto 80 es tarjeta, pero no al principio del partido. Con ello, quedaba claro que el Athletic tenía licencia para pegar (e hizo uso de ella a lo largo de todo el partido) y que el Madrid no jugaba solo contra el cuadro del Bocho, sino también contra el criterio del árbitro.

Aun así, en el minuto 10 llegó la primera ocasión clara para el Madrid. Vinicius recuperó un balón en la frontal del área, se lo dio a Benzema, y el francés se lo devolvió con un sutil toque con el exterior. Vinicius optó por recortar primero, y se deshizo de un defensa, pero remató a la pierna del portero Unai Simón, que evitó el gol. Lo cierto es que a Vinicius se le apagaron las luces en el peor momento, porque tenía a Benzema solo a su derecha, y optó por la jugada individual, alimentando la leyenda de que elige mal. En el minuto 18, Toni Kroos arrancó su Panzer y se internó en el área, con la defensa del equipo bilbaíno tan pendiente de cerrarle las líneas de pase que nadie salió al cruce. Así que el alemán descubrió que su tanque tenía turbo, y se plantó, casi sin querer, en el área pequeña del rival. Pero, una vez allí, se le olvidó reducir el calibre de la munición, y largó con la zurda un obús que repelió el larguero, tras tocar en el portero. El Madrid perdonaba por segunda vez, y ya sabe el lector que, en estos casos, se aplica la máxima de que “el que perdona, lo paga”. La factura estuvo a punto de pasársela el Athletic un par de minutos después, en que un pase de profundidad pilló a Ramos fuera de sitio, y Williams, perseguido por Militao, se plantó en el área madridista; su remate pasó entre las piernas del central brasileño y sólo una mano fantástica de Courtois, en una estirada magnífica, salvó al equipo blanco de hacer el pagafantas.

En el minuto 23, Modric ponía un centro medido al corazón del área, y Vinicius demostraba que en el reparto de habilidades, la del remate en plancha no le tocó, e hizo un remate entre cómico y trágico para el equipo madridista. Un cabezazo inocente de Benzema a las manos de Unai anticipó otra ocasión muy clara en el minuto 31: una entrada a toda velocidad del francés por el centro del área, tras un pase de Kroos, puso a Karim delante de Unai Simón, al que regateó, pero se escoró demasiado hacia la derecha. Aun así, mandó el balón a la portería y Núñez salvó el balón de tacón prácticamente en la línea de gol. El rechace le llegó a Vinicius que, en su enciclopedia de las malas decisiones, optó por intentar controlar en vez de rematar, y perdió la oportunidad de marcar un gol cada vez más necesario. En el minuto 37, otro buen centro de Rodrygo al corazón del área fue cabeceado por Benzema a las manos del portero bilbaíno. Y, en el minuto 43, una jugada de contraataque del Athletic que acabó en gol fue anulada por un fuera de juego flagrante de Kodro.

En esos últimos minutos, el Madrid había ocupado decididamente el terreno del rival, y recuperaba el balón con facilidad, sometiendo al Athletic a un castigo constante, especialmente por banda derecha. El equipo movía constantemente la pelota de un lado a otro, bien dirigido por Kroos, pero apenas generaba ocasiones claras, y las que tenía, como hemos contado, las fallaba. Valverde aparecía en cualquier sitio, Modric apoyaba sin descanso las entradas por banda derecha de Rodrygo y Carvajal, y los centrales vivían tranquilos, sin grandes problemas. Las dificultades del Madrid provenían de las dos líneas defensivas que habían plantado los rojiblancos en la frontal, muy juntas, y de sus propias carencias. Mendy es un enorme lateral defensivo, y tiene un físico privilegiado, pero también adolece de una creatividad limitada, y sus centros no son en absoluto precisos, haciendo que, en el apartado ofensivo, se eche de menos la locura de Marcelo. Carvajal fluctúa entre momentos de aceleración excesiva y otros de empeño en demostrar que los cuerpos de los defensas rivales son intangibles, acompañado de un incesante trabajo defensivo de ida y vuelta. Rodrygo centró bien, y regateó bien, pero acusa el exceso de gente entre él y la portería cuando parte de una banda. Vinicius Jr no deja de intentarlo, es verdad, pero es un serio problema que prácticamente nunca lo consiga, porque se está convirtiendo en una losa para él y para el equipo. Y Benzema, en el partido de esta noche, parece haber acusado la cantidad de minutos jugados en Valencia y Barcelona, con remates claros que, en otro momento, hubieran sido goles.

Llegó el descanso y, a la vuelta de vestuarios, la situación no cambió gran cosa. El Madrid siguió intentándolo sin desmayo, pero con tanta claridad como el proverbial puré de guisantes londinense, y no generaba ocasiones claras. Un remate de Benzema, detenido por Unai Simón, era el escaso bagaje del equipo en el primer cuarto de hora. Ese tramo del partido fue aprovechado por el árbitro para reclamar la atención de los espectadores: en el minuto 53, un manotazo de Kodro a Militao en el ojo, tratando proteger el balón, se quedó sin tarjeta amarilla, algo absolutamente inverosímil. Más allá de que el brasileño quedara lastimado y tuviera que ser relevado, lo cierto es que el papel del colegiado cántabro a lo largo de toda la segunda parte fue una demostración de que el villarato sigue vivo. Toleró faltas del equipo vasco sin sancionar una sola tarjeta, permitió que el portero Unai Simón cometiera continuamente pérdidas deliberadas de tiempo en cada saque de portería, y ante todo esto, el trencilla se forró a advertencias, pero no cambió nada, como era de esperar. El colmo fue un saque de puerta en que el público, harto ya, decidió contar a coro los segundos que tardaba el portero en poner el balón en juego, algo que fue seguido de un cántico con un mensaje muy evidente: “Estamos hasta los huevos”. Había quejas sobre el VAR, y el CTA dio en el Bernabéu una clase de arbitraje sibilino, basado en favorecer a un equipo en las jugadas en que entra solamente la apreciación del árbitro. El problema es que este tipo de actuación del colegiado, condescendiente con cada pérdida de tiempo, es una estafa a los espectadores y un atentado contra el deporte.

El caso es que Militao no pudo seguir en el campo, y fue sustituido por Nacho. Y, en el primer córner lanzado por Kroos tras su entrada, en el minuto 58, el central madridista remató de cabeza al larguero, tras sufrir un empujón evidente de Íñigo Martínez que le impidió hacerlo a la red. El árbitro del VAR se hizo el lonchas, y allí nadie vio un penalti claro. Entró Bale por Rodrygo, y fue el galés el que le dio un balón a Benzema para que el francés rematara y Unai Simón volviera a detener. Un poco antes, una penetración de Mendy en el área finalizó en caída del lateral francés que tampoco se sancionó con penalti; no está claro que el contacto fuera suficiente, pero lo seguro es que los dos jugadores bilbaínos que le defendieron no tocaron el esférico en ningún momento, y que el codo de Lekue dejó una bonita marca en la espalda de Mendy. Una jugada de contraataque del Athletic llevó el balón prácticamente al área pequeña, donde sólo una aparición milagrosa de Carvajal, tirándose con todo, evitó el remate de Williams.

En el minuto 70, un trallazo de Bale con efecto salió a poco centímetros de la escuadra de la portería del Athletic y, un par de minutos después, Jovic entró por Vinicius, con lo que el galés fue reubicado en la banda izquierda, donde se diluyó como un azucarillo en un té hirviendo. El Madrid tenía el balón, tenía el campo, pero no encontraba caminos hacia la portería rival. Ramos subía a jugar de delantero centro, donde estuvo el último cuarto de hora, y cada una de sus apariciones se contaron por faltas en ataque, aparte de disputarle el espacio a Jovic. Benzema tenía que salir del área a buscar formas de romper la defensa, y Valverde se veía obligado a ocupar la posición de central, con lo que su llegada al área se perdía del todo. Un descontrol táctico absoluto, con un área sobrecargada de gente (propia y rival), que recordaba los partidos aquellos en que el Madrid se estrellaba contra defensas bien organizadas y le cazaban al contraataque en los minutos finales. Así las cosas, en el minuto 85, un centro de Carvajal era rematado por Jovic de cabeza a la base del poste y, de ahí al final, el equipo madridista mostró su impotencia con balones directos que eran rechazados por la defensa rojiblanca, y aun pudo perder el partido en un remate a bocajarro que salvó Courtois en una nueva intervención magistral.

Al final del partido, que acabó con el 0-0 inicial, cada aficionado aducirá sus motivos: el arbitraje, la falta de gol o la mala suerte. Creemos que la conjunción de esos tres elementos se explican desde las propias estadísticas: el Madrid remató 8 veces a portería, por solamente 2 del Athletic, lo cual da idea de la falta de acierto al no marcar ningún gol. Hubo hasta tres remates a los palos, que invitan a pensar en mala suerte. Y el equipo bilbaíno se fue sin ver una sola tarjeta, habiendo cometido casi el doble de faltas que el Real Madrid, aparte de las incontables pérdidas de tiempo. Aun así, el cuadro madridista tiene trabajo por hacer para estas vacaciones navideñas: recuperar a jugadores desequilibrantes como Marcelo o Hazard, que en este tipo de partidos resultan vitales, y desarrollar un sistema de ataque que le permita hacer saltar por los aires este tipo de defensas numantinas, porque atacar mucho no es necesariamente atacar bien, y eso le faltó al Madrid en este partido. Esperamos que 2020 nos traiga muchas alegrías en forma de victorias y títulos, y desde El Diario de Mou deseamos que los lectores de estas líneas tengan unas fiestas estupendas. ¡Hasta 2020!

 

RESULTADO FINAL: Real Madrid, 0 – Athletic de Bilbao, 0.

REAL MADRID: Courtois; Carvajal, Militao (Nacho, min 57), Ramos, Mendy; Valverde, Kroos, Modric; Rodrygo (Bale, min. 62), Benzema y Vinicius Jr. (Jovic, min.72).

ÁRBITRO: Cordero Vega (colegio cántabro). Mostró tarjeta amarilla a Ramos (min. 87).


Imagenes: realmadrid.com