CRÓNICA | Electricidad y cortocircuitos: Real Madrid 1 – 2 Girona

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Dice una vieja canción que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y hoy el Real Madrid lo hizo real, en varios sentidos. Esa velocidad de crucero que parecía haber tomado sufrió un frenazo repentino, además frente a un equipo al que había ganado los tres enfrentamientos directos de la temporada. No entraremos a valorar si la derrota fue o no merecida, el fútbol al final es meter un gol más que el otro, y en el partido de Liga de esta mañana, en que el equipo blanco se enfrentaba al Girona, metió un gol menos que su rival. Pero parece claro que el conjunto madridista pagó la falta de acierto arriba durante la hora que dominó el partido, y que jugar antes de comer no le sienta nada bien.

Santiago Solari decidió llevar a cabo algunas rotaciones, y dio descanso a Carvajal, Reguilón, Modric y Vinicius en el once titular. Así, la formación inicial del Madrid era la compuesta por Thibaut Courtois; Odriozola, Varane, Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Ceballos; Lucas Vázquez, Benzema y Asensio. Volvía el mallorquín a un once titular, tras el magnífico cuarto de hora final que jugó en Amsterdam. La presencia de Odriozola y Marcelo invitaba a pensar que el equipo madridista saldría a buscar velocidad y profundidad, más que control del juego, y el inicio del partido, tras unos momentos titubeantes, lo corroboró.

El Madrid fue tomando el dominio del partido y, en los primeros quince minutos, hizo varios centros que fueron rechazados por la defensa del Girona, que alineaba a tres centrales, aunque uno de ellos con labores de lateral derecho. Al cumplirse el primer cuarto de hora, llegó la primera oportunidad clara, en la que Lucas, tras un sombrero a un defensa, remataba duro y Bono tenía que desviar el balón con apuros. Esa fue la señal de inicio de un tramo en que, salvo una escapada de Stuani que no tuvo consecuencias, el Madrid asediaba el área gerundense, disparaba Ceballos, disparaba Marcelo y, sobre todo, el equipo madridista recuperaba el balón con celeridad, gracias en gran medida al trabajo de Casemiro y Ceballos.

En el minuto 25, el Real Madrid sacaba un córner que era rechazado de puños por el meta Bono. Lucas recuperaba el balón y se lo cedía a Toni Kroos, el cual puso un centro medido a la cabeza de Casemiro que, como un ariete tradicional, saltaba y remataba de cabeza cerca del palo derecho del guardameta del Girona, que no podía hacer nada por evitar que el gol subiera al marcador. El 1-0 no frenó el empuje del Madrid, sino todo lo contrario. Siguió apropiándose del balón con cierta facilidad y generando peligro, aunque la defensa del Girona y su portero se defendían con uñas y dientes, rechazando todos los balones que el equipo blanco trataba de llevar al área rival.

Al poco, un centro cruzado de Odriozola no alcanzaba a ser rematado por Benzema, que tendría otra oportunidad cerca del descanso, en la que remató muy duro pero al muñeco, como se suele decir en el argot futbolístico. El francés no anduvo especialmente fino, fallando algunos controles de manera poco habitual en él, y tampoco estuvo especialmente afortunado de cara al gol. Aun así, cerca del final de la primera parte, una jugada en la que trianguló con Lucas y Odriozola volvió a generar peligro cerca de la portería gerundense, y posteriormente Marcelo, que iba dando síntomas de recuperación, marcó gol con un disparo con su pierna derecha, pero éste fue anulado por fuera de juego.

Llegó el descanso con 1-0, y la sensación general era de tranquilidad, daba la sensación de que el Madrid controlaba el juego y que los goles iban a acabar llegando. El inicio de la segunda parte volvió a demostrar que el equipo blanco iba a intentar aumentar su ventaja, con sendas oportunidades  de Marcelo en un disparo desde fuera, y Benzema en un cabezazo que fue al lateral de la red. Todo parecía funcionar en el circuito madridista y, en el minuto 57, Solari decidió reemplazar a Lucas Vázquez por Vinicius Júnior, en un intento por meter más electricidad al ataque blanco. Pero lo que ocurrió fue otra cosa: un brutal cortocircuito en el juego madridista. Asensio, que había ayudado mucho a Marcelo en la primera parte en la defensa de la banda izquierda, especialmente en términos tácticos y posicionales, pasó a la banda derecha, para que Vinicius pudiera desplegar su electricidad por el lado contrario.

Lo que ocurrió recordó al partido de vuelta de cuartos de final frente a la Juventus de Turín de la pasada edición de la Champions. El Girona se sintió cómodo para iniciar las jugadas por el lado izquierdo, una vez que Lucas ya no estaba en el campo. Posteriormente, hacía fluir el juego hacia el lado derecho, donde Portu aparecía en el enorme espacio entre Marcelo y Vinicius, sin que Kroos cayera ahí para tratar de ayudar, eliminado en la transición izquierda-derecha del cuadro rojiblanco. Un centro desde ese lado era suficiente para que el delantero del Girona, ubicado cerca de la portería, superara por alto a Odriozola y rematara a puerta o dejara el balón franco para el remate de otro. Un primer intento en el minuto 59 vio cómo Courtois tenía que desviar un remate del Choco Lozano, dejando muerto el balón para un remate a placer de Aleix, que lo mandaba a las nubes. Un nuevo intento en el minuto 63 era desbaratado por alto por el portero belga, pero un minuto después, otra jugada calcada era rematada por un jugador gerundense y desviada por Sergio Ramos con la mano, decretando el árbitro penalti tras unos minutos de espera, mientras el VAR dictaminaba. Stuani marcó el 1-1 lanzando el penalti suave y centrado, y el partido comenzaba a tener peor apariencia para el Madrid de lo que se esperaba.

El problema básico es que el balón dejó de fluir como anteriormente, y la ausencia de Lucas obligaba a una redistribución de tareas defensivas que generaba desequilibrios en el sistema del Madrid. Donde Vinicius aporta electricidad en forma de corriente alterna, chispazos espectaculares y discontinuos en ataque, Lucas aporta corriente continua en defensa, disciplina táctica, trabajo y, especialmente, el generar una continua sensación de incomodidad al equipo rival en su zona. Y al Madrid ese cambio en la corriente, a la hora de partido, le electrocutó en términos de juego. El dominio pasó a ser del Girona, y aunque Solari trató de meter a Bale por Asensio para que tapara la salida por banda derecha, el galés no estuvo tampoco afortunado.

La repetición de la jugada del Girona que antes comentábamos, en el minuto 70, en vez de un centro de Portu, tuvo como final, tras una pared, un derechazo brutal que hizo saltar astillas de la escuadra de Courtois. Marcelo trataba de cerrar los centros o remates, pero estaba abandonado a su suerte, porque el equipo gerundense hacía bascular previamente al Madrid hacia el otro lado para generar ventajas para Portu en ese flanco. Mariano entraba en el campo en el minuto 74 en lugar de Dani Ceballos, esforzado como siempre, aunque menos inspirado en ataque que en otras ocasiones, y el Madrid pasaba a una especie de 4-2-1-3, con un centro del campo esquelético. Un minuto después, una nueva jugada provocada por una pérdida de Odriozola, y otra vez superado Casemiro, ponía a prueba los reflejos de Courtois tras un disparo de Lozano, pero su rechace iba a parar a la zona de Portu, que remataba de cabeza a la red ante la oposición de Marcelo. El 1-2, a falta de un cuarto de hora, supuso una pequeña reacción por parte del Madrid, con dos remates fuera de Vinicius, que recordó que estaba en el campo, y con más voluntad que acierto, y otra ocasión de Bale. Bale no conectaba, Benzema estaba muy retrasado, Mariano peleaba por cada balón pero sin mucho sentido del juego, y el Madrid trataba de volcarse sobre la portería rival. En el minuto 89, un intento de chilena de Ramos en el área, cayéndose, era sancionado con la segunda tarjeta amarilla y, con ello, su expulsión del partido. En el último momento, un córner favorable al Madrid fue rematado por Courtois, pero el balón salió desviado, y acabó el partido con 1-2.

Más allá de la tentación de juzgar individualmente a los jugadores o al entrenador, merece la pena pensar en la débil química que ha sostenido al Madrid en los partidos anteriores. Ubicar la responsabilidad de los aspectos positivos o negativos en un jugador concreto parece un error, especialmente cuando los señalados por los rifles de mira telescópica de los críticos habituales estaban desempeñando un buen papel en la primera hora de partido. Courtois  estaba teniendo buena actuación, poco exigido; Marcelo había cerrado su banda de una manera muy correcta, aun a costa de espaciar mucho sus subidas al ataque; Casemiro había cortado infinidad de balones y había orientado bien el juego, al igual que no puede cuestionarse la entrega de Ceballos o la ayuda de Asensio en defensa. Hoy ha quedado claro que hace falta contar con corriente alterna y con corriente continua para que el equipo pueda hacer fluir su electricidad, y que es tan necesario lo que hace Lucas en un lado como lo que hace Vinicius en el otro. Eso supone un inconveniente, y habría que buscar variantes efectivas, porque confirma que el esqueleto de este equipo, a día de hoy, se sustenta en mucho trabajo y solamente momentos puntuales brillantes.


Imagenes: realmadrid.com