CRÓNICA | Billete a octavos: AS Roma 0 – 2 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

La derrota del sábado frente al Eibar había resquebrajado el margen de confianza que la afición parecía haber concedido al equipo y a Solari y, ya en la previa, @pepo2204 nos había avisado de que el Madrid se veía obligado a afrontar el partido en Roma como un nuevo todo o nada. Momentos antes del inicio del partido, la noticia de que el CSKA de Moscú había caído derrotado en su feudo frente al Viktoria Pilzen reducía en gran medida esa posición de zozobra, puesto que ese resultado significaba la clasificación automática del equipo blanco para octavos de final. Así, el partido de esta noche solamente tenía trascendencia para dilucidar el primer puesto del grupo G de esta fase de la UEFA Champions League.

Solari decidió contar para este partido con la presencia en la posición de medio centro de Marcos Llorente, un jugador que apenas había contado para él y para el anterior entrenador, sin que se conociesen muy bien los motivos para no hacerlo. La alineación inicial del Madrid, así, era la formada por Courtois en la portería; defensa titular de las tres últimas temporadas con Carvajal, Varane, Ramos y Marcelo; Kroos y Modric acompañaban como interiores al ya mencionado Llorente, y el frente de ataque estaba configurado por Lucas Vázquez (inédito en el partido de Eibar), Benzema y Gareth Bale.

El partido comenzó con una alta presión por parte de los dos equipos, con intención de buscar la meta contraria y poca protección atrás. El dominio fue alterno, con algunos minutos en que la Roma generó dificultades serias atrás al cuadro blanco, con llegadas intermitentes y un remate peligroso de Schick que Courtois sacó con una pierna, a la desesperada. El Madrid también tenía sus oportunidades, aunque no creaba especial sensación de peligro. La jugada que pudo cambiar el devenir del partido se produjo en el descuento de la primera parte. Carvajal trataba de sacar un balón de tacón en la esquina, y se lo entregó a Schick, que puso un pase de la muerte claro para el turco Under, enviando éste el balón por encima del larguero cuando lo más fácil era meterlo en la portería de Thibaut Courtois. Se llegaba al descanso con el 0-0 inicial en el marcador, pero la sensación de que podía romperse en cualquier momento a favor de cualquiera de los dos equipos.

Al inicio de la segunda parte, una extraña jugada en la que un despeje del portero Olsen salió mordido, Fazio trataba de retrasar el balón de un cabezazo y la pelota caía en los pies de Gareth Bale, que recortó al único defensa que trataba de cubrirle, y marcó el 0-1 con un disparo raso. A partir de ese momento, el encuentro se volvió entretenido, con un continuo ir y venir de área a área, con oportunidades claras, como la que tuvo  el propio GarethBale minutos después en un contraataque, aunque su toque blando fue detenido por Olsen en el uno contra uno. Kluivert, que había sustituido a El Sharawy, lesionado, y Zaniolo, trataron de poner a prueba a Courtois, pero el propio cancerbero belga, o la ayuda de Dani Carvajal, malograron ambas oportunidades.

En torno a la hora de juego, en una jugada de ataque de la escuadra blanca, Bale ponía el balón en el área, Karim Benzema la bajaba de cabeza y Lucas Vázquez marcaba en boca de gol el 0-2, sin que la defensa italiana pudiera hacer nada por evitarlo. A partir de ese momento, el Madrid se dedicó a controlar el juego, y se vieron algunos minutos de buen juego, en que Modric y Kroos parecían recuperar la calidad de tiempos pasados, y Marcelo y Carvajal volvían a castigar por las bandas a una Roma que presionaba con poca fe para intentar recuperar el balón. Llegaron más oportunidades de gol, por parte de Marcelo y Benzema, con sendos remates atajados por Olsen. A falta de un cuarto de hora para el final, se fueron sucediendo los cambios, entrando Mariano por Benzema, Valverde por Modric y Asensio por Bale y, de ahí al final, el Real Madrid siguió dominando el partido, y generando opciones de marcar un tercer gol, que no llegó a materializarse. El partido finalizó con 0-2 y el Madrid asegurando la primera plaza del grupo, con lo que la noche acabó de manera satisfactoria, sacando el billete a octavos en primera clase.

Probablemente, además de la clasificación para la siguiente ronda, lo mejor del partido fueran las sensaciones de recuperación dejadas por Modric y, muy especialmente, Toni Kroos. Marcos Llorente llevó a cabo un partido muy aseado, destacando en él una cualidad que no todos los jugadores tienen: entender lo que la jugada necesita, y adaptarse a ello, aparte de una buena colocación en el campo y una salida con balón jugado poderosa gracias a su zancada. El inicio titubeante de los dos centrales pareció ir mejorando con el paso de los minutos, con Ramos y, sobre todo, Varane, cada vez más asentados. Lucas volvió a demostrar que sabe acompañar las jugadas y aparecer en el sitio adecuado, como en el gol, aparte del trabajo defensivo continuo que realiza apoyando al lateral. Bale, en la primera parte, anduvo algo ausente, pero desde que marcó el gol, pareció revivir y estuvo mucho más participativo. Benzema continuó con su trabajo bajando a recibir de cara y asociarse, y su entrada al área valió una asistencia a Lucas y un disparo que paró el portero rival. En general, el equipo pareció tonificarse en la segunda parte, especialmente tras los goles.

Aun así, hay una asignatura en el debe de este equipo: parece que el buen juego aparece solamente cuando el resultado se pone de cara, y, por el contrario, el ponerse en desventaja parece minar a los jugadores, más tendentes a correr riesgos innecesarios y con más dificultad para jugar con claridad en ataque. Este equipo necesita revertir la situación en la que estaba hace apenas un mes, pero también tiene que demostrarse capaz de revertir situaciones desfavorables a lo largo de los partidos. Es un santo y seña de la historia del club, y los componentes actuales de la plantilla deben llevarlo a la práctica siempre que sea necesario, para que no vuelva a ocurrir lo de Eibar. Lo de “Hasta el final, vamos Real” no es un eslogan, es un mandamiento de la fe madridista. Y hay que cumplirlo, si se viste esta camiseta.


Imagenes: realmadrid.com