OPINIÓN | A proposito de Rudy

Un articulo de: @danipuerto6

“Es muy fácil decir sí al Real Madrid…”. Con esta escueta frase certificaba Rodolfo Fernández su permanencia unos años más en el club.

A sus treinta y tres años, el mallorquín apura sus últimos años de baloncesto y después de un calvario de lesiones, Rudy vuelve a mostrar aquella hiperactividad baloncestística que le propició una retahíla de elogios, muchos de ellos desde más allá del Atlántico. Hace tan sólo un año, parecía que el alero estaba perdido para el baloncesto, roto de su maltrecha espalda e incapaz de rendir como le hubiese gustado, eran muchos los que se alzaban para pedir un despido que sacara del equipo a una “rémora”, la cual no daba el resultado deseado en función de su enorme sueldo. Pero Rudy, fiel a su propia historia, no se rindió y tras una operación delicada que incluso se decía que podría alejarle de las canchas definitivamente, volvió no sin antes sacrificar incluso a la propia selección nacional para poder presentarse tras el verano en una forma óptima, una que hacía tiempo no había tenido.

Cuesta recordar una temporada tan nefasta a nivel de lesiones, tanto que el propio Laso hablaba de que jamás vivió algo así en todos sus años como profesional ligado al baloncesto. Cayeron varios de los líderes en cancha que además eran tótems en el vestuario y el equipo, necesitado de liderazgo recurrió a Fernández. Siempre fue un líder, pero en los momentos de mayor necesidad que ha pasado el equipo ha aumentado ese nivel de compromiso, ese nivel de mando lógico, porque Rudy no es un líder de esos que dicen “haz lo que digo y no lo que hago”, es de los que se presentan los primeros, de los que dan la cara aunque se la partan, de los que no se esconden y justifican cada segundo jugado con sudor y en muchas ocasiones, incluso con su propia sangre.

Es curioso como el compromiso de Rudy con el Madrid y el madridismo no ha sido el mismo que el de parte de la afición con él, parece mentira, pero por cada seguidor incondicional encuentras tres “haters”, aquellos que ya pedían su despido incluso antes de llegar. No terminé de entender jamás que veían en el jugador para castigarle de esa manera, que había podido hacer para presentar desde sus propias filas a castigadores tan implacables. ¿Sería su tupé?, ¿Sería su pose algo chulesca?, ¿Sería esa enorme personalidad que atesora el mallorquín y que genera envidia en quienes viven una vida pusilánime?, la verdad es que jamás podremos saberlo porque pienso que los mismos “atizadores” también lo desconocen. Rudy es así y como su propio juego es o todo o nada, o lo amas o lo odias, pero nadie permanece impasible ante su presencia.

Dice el rico y variado refranero español que “Perro viejo no aprende trucos nuevos”,  aludiendo a la negativa de aquellos que vienen de vueltas a adoptar nuevos métodos, a cambiar todo aquello que incluso les define, pero una vez más el gen competitivo de Rodolfo dio al traste incluso con los clichés. Cambió su manera de pensar, de correr e incluso de mecanizar el tiro, cambió su juego sin perder efectividad, mantuvo lo que su físico aún le permitía mantener como su capacidad para leer a los rivales, para adelantarse a pases y robarlos, para anticipar botes o cuando debía saltar a una ayuda, todo ello le venía de serie, pero adoptó la capacidad de poder dosificarse en cancha, de entender que la ubicación correcta en ambos aros evitaba más kilómetros en las piernas y que en muchas ocasiones, delegar en un compañero que está en racha beneficia a todos, incluso al propio Rudy.

Con el MVP de la final ACB 2017-2018 en el bolsillo y con una temporada sobresaliente tanto a nivel individual como colectivo, afronta Rudy un nuevo reto, el de mantener este nivel mostrado, el de seguir siendo un referente del Madrid tanto en la cancha como el vestuario, en ser decisivo cuando Laso le reclame y en seguir tapando la boca a todos aquellos que esperan en cada esquina a que se equivoque para matarle. El #5 del Madrid, ese al que su mamá llamaba Fido Dido seguirá dando alegrías a los suyos, dando guerra a los rivales y generando seguidores y detractores a su paso, porque de otra forma no sería Rudy, sería una “tostadora” cualquiera.