OPINIÓN | De vendimias, castores y malos pastores

Un articulo de: @Mrsambo92

Me pareció justa la expulsión a Marcelo, no podía no parecérmelo, y la sanción que esta conllevó. Lo mismo pensé de la de Ramos en La Coruña, que incluso mereció llegar antes, por lo que no había nada que oponer. Hasta los partidos que le cayeron a Cristiano, reglamento en mano y vía acta, una vez sufrida la injusta expulsión, eran los que tenían que ser, con la salvedad de que la segunda amarilla es injusta y, por lo tanto, jamás debió ser expulsado. Entiendo perfectamente que haya penaltis claros, como los que hemos sufridos en este inicio de temporada, que no nos piten, como entiendo que haya penaltis en nuestra contra que finalmente sean sancionados sin merecerlo. Asumo con naturalidad que los árbitros se equivoquen en muchas ocasiones en nuestra contra y que también lo hagan a nuestro favor. Nos han perjudicado, nos perjudican y nos perjudicarán, del mismo modo que nos han beneficiado, nos benefician y nos beneficiarán.

El madridismo ha aceptado toda la vida los errores en contra, lamentándose, enfadándose, desesperándose cuando se producían, como todo hijo de vecino, de igual forma que siempre aceptará de buen grado los errores a favor, como todo hijo de vecino una vez más… o casi siempre, ya que es la única afición del mundo que es capaz de manifestarse multitudinariamente (sea por complejo ante las acusaciones constantes y falsas de favoritismo que llegan desde hace décadas o por honestidad de pensamiento) en contra de una decisión que nos ayuda a ganar un partido, denunciándolo sin complejos, como ocurrió, por ejemplo, en aquel partido contra el Elche donde un penalti en los minutos finales nos dio la victoria, aunque luego la jugada llevara a debate.

¿Significa esto que no nos han beneficiado nunca estos años? En absoluto, ha habido partidos y hemos tenido jugadas donde hemos sido beneficiados, y lo volveremos a ser, evidentemente, aunque algunos no perdonen que un error beneficie al Real Madrid en alguna ocasión, como excepción al resto, y espero que así sea, que no todo sea perjuicio en el desacierto.

¿Qué ocurre entonces para que parte del madridismo esté soliviantado con el asunto arbitral? Pues en realidad es sencillo. El problema llega cuando ves las expulsiones a Marcelo o Ramos mirando a la derecha, pero nunca ves la expulsión de Luis Suárez, Mascherano, Jordi Alba… por acciones fragantes y objetivamente peores mirando a la izquierda. Cuando tras asumir la sanción a Ronaldo ves la impunidad de Busquets o Messi. Cuando vas contando los penaltis a nuestro favor que se van al limbo mientras les regalan los que no hay a los chicos de Valverde (antes de otros entrenadores), como en la reciente Supercopa de España… Cuando títulos de Liga se pierden, peligran u obligan a esfuerzos supremos por culpa de arbitrajes demenciales cuando deberían haberse ganado antes, como en los últimos clásicos, donde una victoria holgada se convierte en empate en el Nou Camp el año pasado (dando validez a un gol en fuera de juego de Suárez y omitiendo tres o cuatro penaltis a nuestros favor) o una victoria en el Bernabéu pasa a ser una derrota (omitiendo otro penalti a Cristiano en los primeros minutos), resultados que dejarían una hipotética clasificación de 90 a 90 puntos, en 86 para los culés y 95 para los madridistas… sólo en duelos directos. Poca cosa, ¿Eh?.

Lo mismo ocurre cuando ves subir el contador de tarjetas amarillas, expulsiones y el diferencial de penaltis, mientras los de tu rival bajan a una velocidad de vértigo, como el brillante madridismo underground ha plasmado con datos inapelables.

Muchos alegan que Ramos es violento, que Pepe lo era aún más, que Casemiro reparte cera… y yo no tengo que quebrarme el coco en negar tales cosas, más allá de corregir la terminología y poner datos de faltas que sorprenderían. En todos los equipos hay jugadores contundentes, especialmente defensivos, pero esos mismos que ponen el foco en los jugadores madridistas, deberán reconocer que han sido sancionados, expulsados y recriminados con generosidad (aceptado, incluso criticando a dichos jugadores, con resignada paciencia por los madridistas). Curiosamente no son tan estrictos cuando un jugador tan apegado a la tradición como Luis Suárez, capaz de pisar rivales con el mismo amor a la tierra con el que se pisan las uvas en vendimia, y morder cuellos con el mismo mimo que los castores aplican a la construcción de sus casas, manifiesta su propia naturaleza sin filtros, y al que cabría esperar que se aplicaran las civilizadas reglas por parte de árbitros e instituciones como ocurre con el resto. O con las marrullería de Jordi Alba, al que le pitan penaltis por patear el césped y que se pasa el día revolcándose por el suelo en homenaje a su ex compañero Alves y el otrora querido Neymar, con la impune afición al voleibol de Piqué dentro del área o con la poca sutileza con piernas rivales de Busquets o Mascherano… ¡sin que tengan sanción alguna! Y así hasta el infinito y más allá…

De nuevo es ahí cuando la injustica se hace patente. No te queda más remedio que respetar la ley mal aplicada y exigir justicia a esos malos pastores en base a hechos.

Esto ocurre desde hace más de una década (por ponernos generosos), con el punto culminante de la reelección de Ángel María Villar gracias a la traición de Joan Laporta en 2004, que tantos beneficios ha traído. Era una evidencia, un escándalo que se ha mantenido silenciado porque convenía y que sólo negaba el antimadridismo, muy bien colocado siempre en instituciones y medios, pero ahora el barco tiene tantos agujeros y tan grandes que la verdad no se puede achicar.

Te tienes que descuajeringar de risa cuando el antimadridismo, generalmente presidido por medios y aficionados que han tenido y tienen como presidentes a Laporta o Cerezo, acusar al Madrid de ser el “equipo del régimen”, un clásico anti que viene desde la dictadura, pero cuando ya no la había, porque mientras la había preferían centrar sus esfuerzos en dar insignias de oro y brillantes al dictador, siendo los principales valedores y defensores de Villar, al que siempre se opuso el Real Madrid, una vez más.

Luego nos flagelamos con el “1 de 7” en Ligas, cuando a todas luces habrían caído tres o cuatro más sin ese saldo arbitral del que tanto presumía Godall (no crean que se esconden, a algunos se les permite decir de todo porque no pasa nada), enmascarado en los valors, la humildat, el estilo, la cantera y el “buen juego”… Mucho madridismo hizo el caldo gordo a toda esta mafia, y aún hoy se lo hace.

Lo que eran suposiciones más o menos coherentes, argumentadas con datos y ejemplos sangrantes que eran obviados o desechados por los de siempre para mantener su fiel odio al Madrid, ahora son pasmosos reconocimientos desde las cloacas de la Federación, una vez su presidente ha ido camino de la cárcel y salen las bellas e inocentes conversaciones revelando la corrupción y el manejo que ha tenido esta gente durante tantos años, ayudando al sumiso y penalizando al díscolo. Es triste comprobar la complicidad de los medios que ahora se escandalizan, pero no nos vamos a quejar si sale toda la basura que se mantenía oculta, aunque sea tarde.

Ya nadie con un poco de vergüenza torera y un fanatismo medianamente controlado puede negar la evidencia, porque ya no es necesario ni argumentar desde la bancada madridista, tan sólo poner las declaraciones que los capos federativos fueron realizando cuando se creían a salvo e impunes, ajenos a escuchas incómodas.

El madridista, como casi todo el mundo, acepta las leyes porque éstas son para todos, necesarias en su búsqueda de justicia y orden; incluso se muestra comprensivo con los errores, porque asumimos que también son para todos, independientemente de la pataleta que la pasión del juego y el momento produzca. Lo que no se pasa ni se acepta es cuando te das cuenta de que de forma sistemática esas reglas que te exigen y sancionan a ti no se aplican con la misma severidad, por no decir con ninguna, con el de enfrente, con tu rival o tu competidor. Es fácil de comprender, ¿A que sí?